lunes, 23 de noviembre de 2009

Bioética, ética en comisión

BIOÉTICA, ÉTICA EN COMISIÓN
Jose Alberto Mainetti

Los hombres, aunque individualmente sean unos pillos,
colectivamente son un grupo de lo más decente:
adoran la moralidad.
Montesquieu

Desde su origen la bioética se ha gestionado como ética en comisión, pues se trata
de una disciplina académica de rostro jánico, que mira por un lado a la cultura y por otro a lasociedad, tendiendo un puente entre la tecnociencia y la moral civil. Comisión, lit. gestiónconjunta, resulta entonces la manera de “hacer ética” en el dominio de la vida y el cuidadode la salud. Presentamos aquí un raudo panorama ilustrado de la historia, teoría,
características y proyecciones de la ética comitiva en bioética.

Historia

La historia registra el desarrollo en los últimos cuarenta años de los tres institutos
conocidos genéricamente como comités o comisiones de bioética: de investigación,
asistenciales u hospitalarios, y nacionales/transnacionales. El comité de ética en la
investgación se remonta al escenario del día siguiente de la Segunda Guerra Mundial, con
el Código de Nuremberg (1947) introduciendo el “consentimiento voluntario” de los sujetos
investigados, expresión liminar de los Derechos Humanos en el proceso de
democratización de la ciencia iniciado entonces. Helsinki 1964 oficializa la figura de los
comités de revisión para los protocolos experimentales, y de allí a Helsinki 2003, pasando
por tantos documentos internacionales en la materia, puede seguirse con meridiana claridad
el blanco móvil de la ética en la investigación biomédica, un capítulo originario y
fundamental de la bioética, hoy motivo de una polémica global.1
Los comités hospitalarios de ética surgieron como hongos después de la tormenta en
los años 80, tiempo-eje de la bioética clínica y sanitaria. Si bien un antecedente remotos de
estos comités fue el Comité de Seattle en 1962, con el objetivo de seleccionar pacientes
para diálisis renal (situación inaugural de la justicia sanitaria en la micro y macro asignación
de recursos), fueron recomendaciones jurisprudenciales (casos Quinlan y Baby Doe) y
gubernamentales (President’s Commision) las que impulsaron estas figuras de agencia
moral en ámbito hospitalario. Desde la ética clíncia a la ética institucional u organizativa, los
comités hospitalarios de ética (los CHE, sigla con nuestra fórmula familiar de tratamiento)
han sido la gran escuela del paradigma bioético en medicina y la atención de la salud.2
Las comisiones nacionales y transnacionales de bioética son organismos oficiales
encargados de trazar las políticas públicas en la materia. En los Estados Unidos de
Norteamérica dos Comisiones, una legislativa y otra del ejecutivo, se destacaron en el
desarrollo académico y cultural de la bioética: la National Commsion for the Protection of
Human Subjects of Biomedical and Behavioral Research (1974-78), y la President’s
Commsion for the Study of Ethical Problems in Medicine and Biomedical and Behavioral
Research (1979-83). Desde entonces distintos modelos nacionales e internacionales de
comisiones bioéticas en todo el mundo vienen desarrollando una agenda política
crecientemente global.
Teoría
Sostenemos la tesis de que la bioética es esencialmente ética en comisión por ser
un puente -metáfora pontifical, que no pontificia, tan originaria suya- entre la cultura y la
sociedad, particularmente respecto de la revolución biológica y la reforma social que ella
implica. La bioética hace de intermediaria entre la tecnociencia y la moral civil, y su trabajo
en comisión resulta entonces, según la distinción de Ortega, en “rebelión” cuando corrige
abusos, y en “revolución” cuando cambia los usos.
Por eso el suceso histórico de la bioética se revela como crisis de bíos y ethos, vida
y moral, en el respectivo escenario de la cultura tecnocientífica y la sociedad civil. Dos
series de acontecimientos pueden trazarse en paralelo y correlacionarse a lo largo de tres
décadas -las del 70, 80 y 90- que son como otras tantas etapas en la evolución de la
disciplina. Por un lado, el de la cultura tecnocientífica, registramos como fenómenos
radicales la medicalización de la vida, la revolución biológica y la catástrofe ambiental. Por el
otro lado, el de la sociedad civil, aplicamos sobre el dominio de la vida los derechos
humanos fundamentales, de primera, segunda y tercera generación. Durante la década del
70, la medicalización de la vida -la vida intervenida y concebida médicamente- origina la
nueva gestión del cuerpo bajo el habeas corpus del principio de autonomía. La década del
80, con el auge de la revolución biológica y la utopía de la salud, promueve el derecho a la
atención sanitaria conforme al principio de justicia. Los 90 testimonian en la crisis planetaria
del medio ambiente la emergencia de la tercera generación de derechos, ecológicos,
genéticos, específicos y de las futuras generaciones en virtud del principio de
responsabilidad.
Características
¿Cuál es la ética del comité de ética? Esta es una pregunta fundamental, cuya
respuesta daría la característica del instituto en cuestión. En teoría se trata de una ética
procedimental, en el sentido de la ética del discurso o de la comunicación, con su énfasis en
la razón dialógica, el reconocimiento del otro y la formación de consenso. En la práctica se
trata de describir las características empíricas, estructurales y funcionales, de las
comisiones de bioética, señalando cinco de ellas articuladas como los dedos de la mano:
Interdisciplinaria. La multidisciplinaridad, interdisciplinaridad y transdisciplinaridad son tres
aspectos que se reflejan en la composición del comité, que cuenta con representantes de
las ciencas biomédicas (medicina, biología , etc) y de las ciencias humanas (filosofía,
sociología, derecho, teología y otras).
Pluralista. A la diversidad axiológica de distintas familias espirituales (católicos,
protestantes, judíos, musulmanes), se suman grupos de intereses corporativos y políticos,
implicando en definitiva, más allá de todas las negociaciones, el disenso en materia moral,
la divisa de acordar en desacordar.
Transcultural. El relativismo cultural en el dominio de la vida significa que la bioética
incorpora, como el Derecho, el estudio comparado de sus contenidos e incluso elabore
modelos disciplinarios alternativos al originario y hegemónico anglo-norteamericano.
Global. El proceso de globalización encuentra a la bioética como el mayor desafío de una
ética universal en la era científica y tecnológica, es decir una macroética planetaria que
oriente la revolución biológica con su impacto sobre la naturaleza en general y sobre la
naturaleza humana en particular.
Deliberativa. Deliberación es el procedimiento de discusión argumentativa o razonable que
pondera todos los factores a tener en cuenta para tomar decisiones correctas sobre
cuestiones concretas. Se trata del método de la razón práctica o prudencial, de
aproximación siempre perspectivista y jamás absolutista a la verdad, que tiene sus pasos a
seguir y sus requisitos a cumplir, entre ellos el respeto (moral) al otro y el saber dialogar.
Proyecciones
Los comités de bioética configuran una suerte de microsociedad representativa para
la construcción de la moral civil en la cultura tecnocientífica. En tal sentido ellos resultan
instrumentos valiosísimos para el ejercicio de la ciudadanía cosmopolita en la democracia
global que se perfila como la nueva filosofía o utopía política3. Quizá el modelo del comité
para la sociedad en general puede resumirse en el procedimiento de la deliberación4. La
deliberación parece ser el método para forjar el ethos o carácter civil, la moral social, la
generación de una cultura del diálogo y de la concertación, evitando la exclusión del débil
como interlocutor. Bioética y democracia se asocian así en la propuesta pedagógica de la
deliberación, vale decir la educación deliberativa5.
En esta escuela de la deliberación se inscribe entonces la bioética como funcionaria
de la humanidad, cuando la tecnociencia promete (o amenaza) transformar al hombre,
creador y criatura poshumanos, y un transhumanismo se desvela en el renovado pacto
fáustico entre el poder y las disciplinas prudenciales:
Fausto. -¡Ay! He estudiado ya filosofía,
jurisprudencia, medicina, y luego teología también, por mi desgracia,
con caluroso esfuerzo hasta el extremo.
Y aquí me veo ahora, pobre loco,
y sigo sin saber más que al principio.
Como Fausto, aunque de manera gregaria, apostamos el alma en los comités
bioéticos. Un comic americano muestra a un señor que ingresa al Infierno e inquiere al
Diablo: “Debe haber algún error; he trabajado durante veintidós años en un comité de
bioética”.
Referencias
1Mainetti, José A. “Retorno de la bioética en ensayos clínicos”, en Bioética: Poder e Injusticia, Volnei
Garrafa y Leo Pessini (orgs.) Ediciones Loyola, San Pablo 2003, p.315-321
2Mainetti José A. “Filósofos al hospital: los comités de ética”, Quirón 1984, 15, 2/4:5-8.
3Cf. Cortina Adela, Ética mínima: introducción a la filosofía práctica, Madrid, Tecnos, 1986.
4Gracia Diego, “De la bioética clínica a la bioética global: treinta años de evolución”, Acta Bioethica
2002, Año VIII, Nº 1:27-39.
5Gutmann Amy, Democratic Education, Princenton, Princenton University Press, 1987

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